Tal vez por ser el más viejo era el que más sabor añejo me transmitía, estaba en un rincón atrapado por su silla y por lo que fue el espacio de su gran villa y sin pensarlo lo escuché, comprendí y entendí que fue un gran hombre, un hombre poderoso y rico y por lo tanto con hijos ociosos.
No supo educarlos y no darle amor y desamor, prebenda y castigo que supieran diferenciar entre las brevas y los higos. Llegaron malos tiempos, malas nubes, malas aguas, fue cosa de herencia que cada uno quería mayor querencia y así pasaban los días y los años y por tan mal querencia que al final no hubo herencia.
En su silla desde hace años, ve a la gente venir hasta que encuentre a alguien al que darle un buen vivir que, por experiencia sabe que, no todo lo que se cría es tu vida, ni tu vida lo que se cría que más vale vivir soñando que vivir lo que se ha soñado.
(Texto escrito por Goyo Escribano con motivo del Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez)