Este año en la Fundación Mayores estamos de aniversario. Cumplimos 20 años desde su creación, por lo que ya son unas cuantas experiencias las que hemos vivido. Durante estos años, mediante cursos y jornadas nos hemos dedicado a explicar en numerosas ocasiones qué hacemos en la Fundación Mayores, cómo trabajamos, cuáles son nuestras funciones, etc., pero siempre desde un ámbito profesional y técnico.
Ahora, después de estos años y de todo lo que llevamos vivido, me gustaría dar otro enfoque a lo que la Fundación Mayores supone para sus tutelados y lo que a los que trabajamos aquí nos mueve cada día para seguir adelante.
En la Fundación Mayores trabajamos para mejorar la vida de las personas que tenemos bajo nuestra tutela, curatela, u otra medida de guarda. Ofrecemos confianza, ilusión, compañía y apoyo, mucho apoyo.
Nuestro principal objetivo es defender en todos los ámbitos a nuestros mayores y lograr que durante la última etapa de su vida, se sientan acompañados y seguros.
Para explicaros mejor como hacemos estas cosas, me gustaría poneros un ejemplo que ha protagonizado uno de los mayores a los que tutelamos:
Hace unos años, aceptamos la tutela de “Rafael”, un señor con muchísimos recursos económicos, pero sin familia ni nadie que pueda gestionarlos en su beneficio. Se encuentra ingresado en una residencia a la que llegó por internamiento involuntario, realizado a través del centro de salud de su pueblo natal al conocer el estado lamentable en el que se encontraba en su vivienda. Sufre demencia con un importante deterioro cognitivo. Desde su ingreso, él sueña con volver a su pueblo, pero no tiene a nadie que pueda ayudarle. Cuando la trabajadora social de la Fundación Mayores va a conocerle en su primera visita, él expresa lo siguiente: “la única ilusión que me queda en la vida, es volver a mi pueblo, pero nadie quiere llevarme”.
Aun sabiendo que corremos el riesgo de que si va al pueblo luego no quiera volver a la residencia, no podemos dejar de intentar cumplir su deseo. Organizamos una excursión al pueblo, se contratan los acompañantes necesarios para ir con él, etc., y nos vamos. Simplemente por ver la reacción de Rafael al llegar al pueblo, saludar a sus conocidos de toda la vida, sentirse en casa de nuevo, todo merece la pena. Luego, todo hay que decirlo, se enfada un poco a la hora de volver, pero desde luego pesa mucho más lo positivo. Desde esa primera excursión, vuelve todos los meses y ha recuperado el contacto con su gente, con sus raíces, que llevaba años perdido.
A parte, la Fundación Mayores se ha encargado de que tenga un acompañante que le visita diariamente y que se ocupa de sus necesidades, ofreciéndole compañía y apoyo. Cuando aceptamos su tutela, encontramos a un hombre que aun teniendo una enorme capacidad económica, estaba solo, y no podía emplearla en su beneficio porque había perdido la capacidad de hacerlo. ¡Para eso estamos nosotros!
A parte de todas estas cosas, también nos encargamos de administrar sus bienes, defender sus derechos, gestionar recursos sociales (plazas residenciales, ayudas a domicilio, prestaciones ortoprotésicas, etc.). Compramos las cosas que necesitan, hablamos con los médicos cuando están enfermos y tomamos decisiones cuando es necesario. Defendemos sus intereses por encima de todo (intereses de la familia, de la residencia o centro donde se encuentren…), siempre ELLOS primero.
Todas estas cosas son nuestro día a día, y lo hacemos basándonos en la profesionalidad y criterios técnicos con los que trabajamos. Si bien, siempre con el fin que más nos conforta y que nos ayuda a seguir así: ofrecer confianza, compañía, ayudar a cumplir sueños y generar ilusión. Eso es lo que hacemos en la Fundación Mayores.