Cuando nos llama el juez para jurar un nuevo cargo de tutor o curador desconocemos muchos aspectos de la vida del tutelado, nos toca empezamos un tiempo de investigación hasta poder obtener toda la información sobre él, su patrimonio, su vida familiar, el porqué de la tutela….
Si el juez nos ha nombrado a nosotros tras una incapacitación es porque la persona está sola o porque existe algún conflicto familiar, nosotros ante este procuramos mantenernos al margen, nunca juzgamos, nuestro trabajo no es ese.
Nuestro trabajo es proteger a la persona en su ámbito económico y personal, pero nunca juzgar, ni ponernos a favor de un familiar ni de otro, como muchos pretenden.
Nos encontramos muchas situaciones en que los familiares, molestos porque el juez nos ha nombrado, se sienten ofendidos y piensan que nosotros seremos sus enemigos.
Lejos de eso, nosotros solo pretendemos ayudar a la persona, proteger, y que sus familiares sigan estando ahí como pilar fundamental de la relación social o familiar con la persona tutelada.
Ante el desconocimiento de lo que es una tutela, muchos piensan que nos vamos a quedar con su herencia, que solo queremos la tutela para beneficio nuestro…. NO, no queremos eso ni lo pretendemos, ni lo hacemos, somos tutores porque tras un proceso de incapacitación, del cual no formamos parte, el juez nos nombra tutores o nos nombra para asumir cualquier otra función de protección para con la persona incapacitada.
Nos avalan 21 años de experiencia y muchas anécdotas, algunas graciosas y otras dolorosas. Las dolorosas van cargadas de malos tratos hacia los trabajadores, sobre todo malos tratos verbales, que, aunque son muchos, lo sobrellevamos como profesionales que somos.
Nos quedaremos con las buenas, con las que nos llenan el corazón de agradecimientos y buenas palabras, que son realmente las anécdotas que nos dan fuerza en el día a día para seguir haciendo la gran labor que realizamos. Y nos quedaremos con imágenes cargadas de amor, como esta: tres generaciones unidas por el buen trato.